miércoles, 19 de mayo de 2010
LA PACIENCIA Y LA IMPACIENCIA
A veces pretendemos ser más veloces que la luz y nos apresuramos en alcanzar nuestros sueños sin ser capaces de disfrutar de nada pues nos puede más la impaciencia por lograrlos.
Queremos paz en nuestra vida y nos impacientamos por alcanzarla, tanto que se nos olvida detenernos y pensar en nosotras mismas. Es importante luchar por alcanzar lo que queremos, pero es un problema cuando lo queremos ya mismo pues nos impacientamos. No tenemos paciencia y queremos paciencia, pero paradójicamente la queremos inmediatamente.
Hay algo muy a nuestro favor: podemos decidir desarrollar la paciencia al igual que cualquier otro hábito, o a lo mejor como una virtud o cualidad. Cuando tratamos de de resolver un problema de una manera desesperada podríamos acabar encontrando soluciones que nos den resultados inmediatos, pero no necesariamente las mejores soluciones sino simplemente soluciones superficiales. Esto tampoco significa que debemos confundir la paciencia con la pasividad, porque eso nos estaría llevando a la indiferencia y a la resignación y a no luchar por nuestro objetivos. El tener paciencia no es lo mismo que aceptar que las cosas pasan, porque tenían que pasar, la paciencia es una virtud que podemos desarrollar y que ayuda a recordar que todo tiene un momento, y ocurre en su momento justo y aunque tarde en llegar, no debemos perder la cordura y los nervios mientras esperamos.
En este mundo de modernismo y hasta de igualdad de sexos y derechos, pareciera que cada cual se desvive por alcanzarlo cuanto antes, “todo lo queremos para ayer” poniendo muchas veces en la línea de fuego nuestra salud física y mental. Muy difícilmente nos detenemos a pensar si seremos capaces de tomarnos las cosas con calma, nos impacientamos muchas veces por cosas insignificantes, lo cual nos puede provocar mal humor si no logramos inmediatamente lo que queremos.
“La paciencia es la madre de la ciencia” y así es para muchos de nuestros proyectos importantes en los que tenemos y debemos desarrollar o ejercitar la paciencia como ayuda para aprender a esperar con calma las cosas que no dependen de nosotras mismas. Sucede también que por impaciencia podemos dejar tareas y proyectos inconclusos porque al no ver resultados inmediatos abandonamos lo que intentamos conseguir. Por impaciencia podríamos pensar que estamos perdiendo el tiempo en algo que no está dando frutos cuando los esperamos.
Muchas veces, por dar un ejemplo, pensando que terminaremos antes, acudimos más temprano a una cita médica, no nos atienden cuando pensamos que es lo justo puesto que hemos llegado más temprano, consecuentemente perdemos la paciencia y dejamos la clínica sin ser atendidas. Debemos aprender a contar hasta diez, a respirar profundo y esperar con paciencia por lo que estamos luchando, pero sin dejar de trabajar en ello. Recordemos que esperar sin hacer nada sólo tiende a frustrarnos, porque las cosas no se hacen por si solas, ni los problemas se solucionan con sólo desearlo. El no perder la calma es parte de ser pacientes, muchas veces sólo nadamos contra la corriente porque exageramos nuestras reacciones, ¿qué tal si contamos hasta diez, o mejor hasta 20? ¿Mejor si respiramos una vez, dos, tres y más?
Seamos pacientes, nostras podemos desarrollar esa paciencia tan necesaria en nuestro ir y venir por nuestra vida, recuerda que nada pasa, ni un día antes, ni un día después, todo en su momento justo.
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